Poema #NoALaCaza6F

Poema #NoALaCaza6F

CAMINANDO POR EL CAMPO

he visto a la muerte buscando a mis amigos,

cientos de seres alados,

de ciervos, de jabalíes,

de conejos, de perdices,

de galgos, de podencos.

Les he gritado con todas mis fuerzas,

quiero que dejen de ser cazados,

que dejen de ser maltratados

quiero avisarles para que escapen,

quiero que corran hacia la libertad,

que salgan del zulo,

que dejen de obedecer a quienes

al terminar la temporada de caza

los abandonan o los ahorcan

después de usarlos.

Pero la crueldad es más rápida

que mi voz,

la cobardía política es más rápida

que mi voz,

los cazadores y su desprecio por la vida

son más rápidos que mi voz,

y mientras disparan con sus dedos de cementerio,

mientras los encierran,

abandonan

o entierran

año tras año,

yo sólo consigo aullar un poema

a mis amigos.

Un poema que empieza así:

«Corred, corred, corred».

Sed libres.

POESÍA
Marta Navarro García

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ILUSTRACIÓN
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POEMA: No podemos rendirnos

POEMA: No podemos rendirnos

No podemos rendirnos

Te lo voy a contar,

como se cuenta un cuento.

Era el invierno,

de dos mil veinte.

Un día cualquiera

en el mes de diciembre,

una mujer cualquiera

paseaba un bebé.

Pasó en Extremadura,

en el invierno,

pero en cualquier otro lugar

puede pasar también.

Una madre rural,

se aleja de las calles,

fuera del pueblo

que sestea,

en una tarde fría,

iluminada de sol.

Pasa junto a un barranco

y vislumbra en el fondo

un bulto,

apenas perceptible.

Un cuerpo canido

yace

abandonado.

La mujer deja el carro,

donde su hijo duerme,

y baja

resbalando,

la pendiente.

Un galgo yace inerte,

con una cuerda

aferrada fuertemente,

a su delgado cuello.

La mujer

valerosa

se acerca

al cuerpo

que aún está caliente.

Y unos ojos

se abren,

clamando

por su vida.

Un galgo.

Una galga.

que quisieron matar.

Una madre rural.

Una tarde cualquiera

Ha salvado su vida

salvando la de un galgo.

Y trae la esperanza

de un mundo que

al fin

empieza

a abrir los ojos

a la ternura.

La ternura

es el arma

que reclama

respeto

para todas las vidas.

No podemos rendirnos.

Todo lo damos

por salvar la Belleza;

nos agota el camino

que creemos cercado de silencio y soledad,

cuando pensamos

en quienes antes,

murieron por ternura,

sufriendo por la Verdad.

Pero…

no podemos rendirnos.

Ya lo dijo la poeta

La Belleza y la Verdad

son hermanas.

Y así, nuestras voces

se van multiplicando.

Se abren paso

y anuncian

que frente al mal del mundo,

no podemos rendirnos.

No podemos rendirnos,

y por eso

venceremos.

Al mal que hay en el mundo,

lo miramos de frente.

Y se nos desgarra el corazón.

Y sentimos el dolor,

sentimos el miedo,

sentimos la angustia,

sentimos el desamor,

sentimos el frío

de la muerte.

Esa es nuestra carga.

Cada vez que lo vemos

el dolor, como un rayo

nos desgarra por dentro.

Y nos reafirmamos.

No podemos rendirnos

La compasión es

nuestra arma,

es nuestra fortaleza.

No podemos rendirnos

Y no nos rendiremos.

Carmen Ibarlucea

#NoALaCaza7F

LA ÚLTIMA LIEBRE

LA ÚLTIMA LIEBRE

LA ÚLTIMA LIEBRE

Más que la muerte duele quien la causa.
Las manos que hasta ayer te acariciaban,
la voz que estimulaba tu carrera sin freno,
la que te recogía tras horas de extenuación.
Los ojos que siempre te observaban,
esa estafa cruel a la que llamaste afecto.

Más que las heridas sangra la hipocresía,
la falsedad, la doblez, el fariseísmo, el dolo,
el engaño, el embuste, la comedia, el cuento.
Tú capturabas la presa, él se quedaba el trofeo.
La perpetua falacia del cazador galguero:
presumía de nombrarte camarada; era tu dueño.

Más que el abandono hieren las palabras:
campo, deporte, naturaleza, medio rural;
amor, apego, empatía, aprecio.
Frases huecas, oraciones sin Dios ni lealtad.
Siempre fue perversión de mercaderes
administrar con indecencia la semántica.

Más que la horca homicida, mata el olvido.
Cuatro años y ya no sirves. Un subproducto,
un residuo. El desecho de un trastorno. El suyo.
Ayer, un atleta, un gran campeón, un ídolo; hoy
nada. Unos veinte kilos de carne en canal
para el contenedor rojo de los sueños perdidos.

Mientras la soga aún asfixia tu garganta
el criminal se aleja con pérfida impunidad.
En el horizonte —azul de frío—, una liebre,
la última. Por azar se cruzan vuestras miradas.
Una postrera enseñanza, una lección magistral:
el instinto os engañó, no era el otro el enemigo.

Rafa Hernández

Poema «LA MUERTE DE LA CAZA» #NoAlaCaza4F

Poema «LA MUERTE DE LA CAZA» #NoAlaCaza4F

LA MUERTE DE LA CAZA

Ouka Leele

En su mirada desbordada de sangre, habría atisbos de humanidad.
En su mirada inyectada de muerte, habrían inoculado bondad.
En su mirada sujetada por el deseo ávido de dinero, habrían pagado con caricias.

Y los mansos galgos, los podencos mansos y sus amorosos ojos.
Sus graciosas patas y su fina figura en el engranaje de la barbaridad inculta
de matar por matar en aras de tantas absurdas disculpas,
de regular lo que, en su sabiduría, la naturaleza hace con tanta perfección y sencillez.

Al mirar a sus hijos, niños, habrían descubierto que derramar sangre ni es justo,
ni es bueno.
Que los niños miran a los animales y sienten amor puro.
Reconocen en ellos a sus compañeros, reconocen en ellos la ternura sin final.

Los galgos como sus niños, hijos, se asustan y tiemblan participando en el horror.
Obligados, extorsionados, torturados.
No amados.

Como nuestros hijos, niños, solo quieren ser amados y amar.
Que para eso nacemos todos en esta tierra.
Nacemos niños, sentimos y sabemos y conocemos lo humano.
¿Quién nos despojó del recuerdo, quién nos zambulló en ese olvido
que nos hace capaces de tener un rifle en las manos y dispararlo contra un cuerpo,
que nos hace ver la muerte, propiciarla, impasibles?
Si el dinero es el dueño de la vida, si está por encima de ella,
¿cómo llamarnos humanos sin avergonzarnos?

Si la ignorancia es la madre de la crueldad,
sacudamos las carnes de esta madre tan ciega y espantosa
tan purulenta y vomitiva. Aneguemos su vagina para que sea ya infértil.
Que todos los hijos de los hombres tengan por madre a la sabiduría
que cercena la amnesia que nos ha apartado de reconocernos.

La sabiduría ha dado a luz a toda la naturaleza.
Que la primavera reverdezca en nosotros y nos haga flor.
Que la belleza nos vista de amor.

Entonces habrá humanidad
entonces habrá bondad
entonces habrá caricia.

La ignorancia, postiza nodriza, será despedida para siempre.
Y no habrá más sangre inocente, derramada inútilmente,
brutalmente.
La ignorancia ha muerto, ¡viva la vida!

POESÍA

Ouka Leele

WEB: oukaleele.com

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ILUSTRACIÓN

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