Cada vez que surge un problema complejo, la Junta de Castilla y León recurre a la misma receta simplista: disparar primero y pensar después. Ahora le ha tocado al jabalí. Con la excusa de prevenir la peste porcina africana (PPA), el Gobierno autonómico ha decretado la caza ilimitada de esta especie, como si la ciencia avalara que matar más animales vaya a resolver un problema sanitario de enorme complejidad. No es así.
La PPA es una enfermedad vírica grave, persistente y extremadamente resistente en el medio. Los expertos lo llevan diciendo años: no se erradica a tiros. Sin embargo, la Junta insiste en convertir la gestión de la fauna silvestre en una cuestión puramente cinegética, ignorando deliberadamente la evidencia científica y los efectos ecológicos de sus decisiones.
La ciencia es clara: la caza intensiva no soluciona la PPA
Numerosos estudios y evaluaciones de organismos como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) coinciden en algo fundamental: la caza masiva del jabalí, por sí sola, no detiene la peste porcina africana. En algunos casos, incluso puede empeorar la situación.
La razón es sencilla. La presión cinegética intensa rompe la estructura social de los grupos de jabalíes, provoca desplazamientos bruscos, dispersa animales infectados y aumenta el contacto entre poblaciones que antes estaban relativamente aisladas. Es decir, más movimiento, más estrés y más riesgo de propagación del virus.
Además, la PPA no desaparece cuando cae un animal abatido. El virus permanece activo durante meses en los cadáveres, en el suelo y en restos orgánicos. Sin una vigilancia exhaustiva y una retirada sistemática de animales muertos —algo que la Junta no está garantizando—, la caza se convierte en un parche ineficaz, cuando no directamente contraproducente.
El verdadero problema está en otro sitio
Si de verdad se quiere proteger al sector porcino, la prioridad debería ser clara: bioseguridad en las explotaciones, controles estrictos, trazabilidad, formación y vigilancia epidemiológica. La mayoría de brotes históricos de PPA han estado relacionados con fallos humanos, transporte de animales, residuos contaminados o prácticas ganaderas deficientes, no con la mera existencia de jabalíes en el monte.
Pero asumir esto exige responsabilidad política, inversión pública y enfrentarse a determinados intereses. Mucho más fácil es señalar a la fauna silvestre y abrir la veda.
Cuando se elimina al lobo, el jabalí se dispara
Hay otro elemento que la Junta se empeña en ignorar: el papel clave de los depredadores naturales, especialmente el lobo. Allí donde el lobo está presente, las poblaciones de ungulados —incluido el jabalí— se regulan de forma natural. No solo reduce números: selecciona animales enfermos o debilitados, limita la expansión territorial y contribuye a mantener ecosistemas más equilibrados.
Resulta profundamente contradictorio que el mismo gobierno que autoriza la caza indiscriminada del jabalí persiga al lobo con saña, debilitando uno de los pocos mecanismos naturales capaces de ayudar a controlar estas poblaciones a medio y largo plazo. Matar lobos hoy es garantizar más jabalíes mañana. Y después, más excusas para seguir disparando.
Gestión de fauna no es caza sin límites
La gestión responsable de la fauna silvestre debe basarse en criterios científicos, ecológicos y sanitarios, no en decisiones ideológicas ni en presiones de determinados lobbies. Convertir cada problema ambiental en una oportunidad para ampliar la caza es una huida hacia adelante que ya conocemos demasiado bien en Castilla y León.
Desde Alianza Verde defendemos otra forma de hacer las cosas: ciencia frente a ocurrencias; prevención frente a propaganda; ecosistemas vivos frente a políticas de exterminio.
La peste porcina africana es un reto serio. Precisamente por eso merece respuestas serias. Y disparar sin límite no lo es.
NOTICIA https://www.publico.es/opinion/columnas/matar-gestionar-mejor-caza-jabali-frena-peste-porcina.html