Con la llegada del mes de agosto, una sombra de preocupación se cierne sobre la fauna silvestre. Es el inicio de la «media veda», un periodo de apenas unas semanas que, para muchos, representa una tradición arraigada, una oportunidad de ocio al aire libre. Sin embargo, para millones de seres vivos, la media veda es sinónimo de terror, sufrimiento y muerte, un testimonio más de la insensibilidad humana hacia la vida no humana.
La media veda en España varía significativamente según la comunidad autónoma y, en algunos casos, incluso por provincia o comarca. No hay una fecha única para todo el país.
Sin embargo, a modo de resumen general, la media veda suele empezar a mediados de agosto y se extiende hasta mediados o finales de septiembre. Las especies más comunes a cazar en este periodo son la codorniz, las palomas (torcaz y bravía) y algunos córvidos (urraca, corneja). La tórtola común suele estar excluida de la caza debido a su preocupante declive poblacional.
La justificación de la media veda suele ampararse en argumentos como el control poblacional o la gestión de especies, pero la realidad dista mucho de ser una práctica ética o necesaria.
¿Es realmente «gestión» disparar a aves que apenas han tenido tiempo de desarrollarse plenamente, muchas de ellas jóvenes e inexpertas?
¿Es «control» permitir que miles de animales sean abatidos por el simple placer de la puntería, a menudo dejando tras de sí una estela de heridos que languidecen en agonía?
Palomas, tórtolas, codornices… especies migratorias que han recorrido miles de kilómetros, enfrentándose a innumerables peligros naturales, solo para encontrar un final violento en los campos y montes de nuestra geografía.
La media veda se presenta como una actividad «deportiva», pero ¿qué deporte implica quitar la vida a seres indefensos que no participan voluntariamente en el juego?.
La asimetría de poder es abrumadora: armas de fuego contra instinto de supervivencia.
La media veda es un anacronismo, una práctica arcaica que choca frontalmente con los valores de respeto y compasión hacia los animales que, afortunadamente, cada vez más personas abrazan. No se trata solo de la muerte de individuos, sino del impacto en las poblaciones, en los ecosistemas, y en la imagen que como sociedad proyectamos sobre nuestra relación con la naturaleza.
La media veda no es un derecho inalienable, sino un privilegio que la sociedad debería reevaluar.
El verdadero ocio es aquel que no deja huella de dolor y muerte, sino de respeto y admiración por la vida en todas sus formas.
Decimos
#NoAlaMediaVeda
#NoAlaCaza
#SiAlaVida